Teoria y psicologia de la suprvivencia
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Teoria y psicologia de la suprvivencia
Teoría y psicología de la supervivencia
Supervivencia deportiva y supervivencia real
La supervivencia deportiva es un deporte de aventura con múltiples facetas, ya que requiere
conocimientos de técnicas de variadas disciplinas (orientación, escalada...) y del medio (botánica,
meteorología...) que nos permitan desenvolvernos en la naturaleza, reconocer y aprovechar sus
recursos y evitar sus peligros. La práctica de este deporte fortalece el cuerpo y la mente y
aumenta la seguridad en nosotros mismos, nuestra capacidad de improvisación, de lucha por la
existencia y nos prepara para una situación de supervivencia real. Sin embargo, la mayoría de
nosotros jamás tendremos que enfrentarnos a tales circunstancias, pensaréis. Es cierto que no
necesitaremos comer grillos ni dormir en un refugio improvisado, pero los beneficios psicológicos
que proporciona nos ayudarán a enfrentarnos a la lucha por la vida en nuestra sociedad
consumista depredadora. Por otro lado, cualquiera que practique montañismo puede verse
incomunicado en medio de ninguna parte por un brusco cambio de tiempo, los trekkings a zonas
salvajes y apartadas están cada vez más de moda, con el riesgo de perderse o tener un accidente,
aunque sea mínimo, siempre presente, y millones de personas viven en zonas con peligro de
inundaciones o terremotos. Incluso en la era de las telecomunicaciones, cuando todo el globo
terrestre está fotografiado y cartografiado, existen zonas salvajes a las que nuestra civilización no
ha llegado y en las cuales no tendremos dónde enchufar el microondas ni podremos dormir en un
colchón Flex. Pero no nos engañemos, nadie está totalmente preparado para enfrentarse al
violento choque mental y emocional que supone encontrarse abandonado y solo en un lugar
remoto. Las técnicas de supervivencia nos ayudarán a vencer al medio, pero el peor enemigo está
dentro de nosotros: pánico, soledad, desesperación..., y para vencerlo hay que conocer cómo
funciona.
El poder está en la voluntad.
Debemos tener en cuenta que una situación de supervivencia es una prueba de resistencia. Y en
este tipo de pruebas el músculo que jamás debe fallar es la voluntad. Voluntad de vencer,
voluntad de sobrevivir, este es el factor más importante. Al final todo se reduce a una actitud
psicológica fuerte que nos permita enfrentarnos sin desfallecer a la desesperación, la angustia, el
tedio, el dolor, el hambre, la fatiga... Si no estamos mentalmente preparados para enfrentarnos
con lo peor tendremos pocas posibilidades de sobrevivir.
Aliado y enemigo: miedo y pánico
Es imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado y perdido lejos de la civilización. El
miedo es una reacción natural de todos los animales frente a elementos hostiles, una descarga de
hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y prepara el cuerpo para luchar o huir. En este
sentido, el miedo es, sin duda, beneficioso. La cara oscura del miedo es el pánico. El miedo
descontrolado e irracional. Jamás debemos caer en él. El pánico es destructivo, conduce a la
desesperación, impide analizar la situación con claridad y tomar decisiones positivas. Conocer las
técnicas de supervivencia inspira confianza y es un paso muy importante para evitar sucumbir al
pánico. Por otro lado, debemos concentrar nuestro pensamiento en el análisis de la situación y las
tareas que debemos realizar para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia, y eliminar
de inmediato cualquier pensamiento autocompasivo, o de desesperación.
Los enemigos silenciosos: soledad y tedio
La soledad y el tedio llegan de forma gradual una vez que el individuo, realizadas las tareas
inmediatas, se sienta a esperar y la mente comienza a divagar y a jugarnos malas pasadas. Con
ellas aumenta la depresión y disminuye la voluntad de sobrevivir. Se combaten de la misma
manera que el miedo y el pánico: manteniendo la mente ocupada. Siempre existen tareas que
realizar para aumentar las probabilidades de ser rescatado (preparar fogatas, señales...) o
simplemente para estar más cómodos (construir un refugio...). Analícense los peligros o
emergencias que nos pueden sobrevenir y prepárense planes para afrontarlos.
Elaborar un programa de actividades que nos imponga disciplina al cuerpo y la mente y llevar
un diario. Y si ves que ya no se te ocurre nada que hacer y que tu mente comienza a
desobedecerte hundiéndose en le desesperación, corta unas flores y haz un mosaico en el
suelo con ellas. Cualquier cosa en buena con tal de que nuestra mente y nuestra actitud no
zozobre.
La mejor arma: estar preparados
Indudablemente, nadie espera encontrarse en una situación de este tipo, pero si viajamos por
zonas deshabitadas o en avioneta o por mar, el riesgo, aunque sea mínimo, siempre está
presente. La regla principal que todo el mundo debe seguir es informar a alguien de cual va a ser
nuestro itinerario. De esta manera aumentan nuestras posibilidades de ser rescatados con
brevedad. Llevar un equipo de supervivencia en nuestra mochila, un manual de supervivencia y
conocer las técnicas que nos ayudarán a sobrevivir proporciona una gran fuerza psicológica. Por
otro lado, una vez extraviados, siempre hay que prepararse para el supuesto de que pasaremos
un largo periodo de tiempo en el que tendremos que seguir vivos, incluso aunque hayamos
informado de nuestra ruta. Normalmente es mejor permanecer al lado del vehículo accidentado. Si
nos alejamos de la ruta que habíamos trazado para nuestro viaje tendrán más dificultades para
rescatarnos. No debemos olvidar que el momento más duro será cuando el avión o el barco se
aproxime a nosotros y pase de largo. Supondrá una dura prueba psicológica; la desesperación y el
abatimiento en estos casos son naturales, pero debemos luchar contra ellos y pensar que ya
pasará otro. Si nos están buscando, antes o después volverán. La preparación física también es
importante. Lógicamente tendrá mas posibilidades de sobrevivir quien está en buena forma que
quien no. Pero el riesgo no se encuentra en estar en baja forma, si no en ignorarlo. Debemos
valorar nuestra fuerza y resistencia de forma realista, sin dejarnos influir por las marcas de nuestra
juventud. Hay que tener la sensatez de adecuar nuestras actividades a lo que somos capaces de
hacer. Acometer empresas que luego no podremos terminar sólo sirve para derrochar una energía
muy valiosa y que nos invada la desesperación.
Cómo actuar
Tener un plan de acción aumenta nuestra confianza y mantiene nuestra mente ocupada. Los
siguientes puntos pueden ayudarnos a elaborarlo.
1.- Análisis de la situación: Se debe analizar la situación para organizar un plan. Quizá hay
heridos, o me amenaza algún peligro. Tener agua y alimentos es importante, igual que poder
obtenerlos por los alrededores. A la hora de trazar un plan hay que establecer prioridades. Hay
que tener en cuenta los peligros del entorno y cómo evitarlos. En ocasiones, dependiendo de cada
situación concreta, habrá que alterar el orden de las prioridades o sustituir unas por otras. Por
ejemplo:
- Prestar primeros auxilios
- Preparar las señales
- Abastecerse de agua
- Procurarse un refugio
- Abastecerse de comida
- Prepararse para desplazarse (normalmente suele ser mejor permanecer al lado del vehículo
accidentado)
Es útil preparar un inventario del material, el agua y la comida de la que disponemos y prepararnos
para abastecernos por nuestros propios medios de estos últimos antes de que se agoten las
reservas.
2.- No tener prisa: Salvo en los casos de urgencia médica, la conservación de nuestra energía es
un factor más importante que el tiempo. Por otro lado, el agotamiento por una actividad física sin
un objetivo preciso provoca una situación de desamparo que socava nuestra moral. Por ello, todo
lo que hagamos tiene que responder a un plan y un objetivo preciso.
3.- Recordar dónde te encuentras: Probablemente tendremos que alejarnos del lugar del accidente
o de nuestra base o refugio para explorar los alrededores. En estos casos hay que tomarse un
tiempo en analizar los rasgos del paisaje y hacer un mapa mental del lugar. Debemos marcar el
camino para poder volver sobre nuestros pasos y no perdernos, pues el golpe psicológico que
provoca esta situación es durísimo.
4.- Dominar el miedo y el pánico: Hay que mantener la mente ocupada con estas medidas.
Debemos ser optimistas y confiar en ser rescatados, pero también debemos prepararnos para
afrontar futuros problemas.
5.- Improvisa: En una situación de supervivencia siempre hay algo que hacer. Utilizar nuestra
inventiva y creatividad aumenta nuestra confianza
6.- Valora tu vida: Si perdemos la voluntad de sobrevivir, el deseo de mantenernos con vida,
el conocimiento de estas técnicas es inútil. No debemos correr riesgos innecesarios que
puedan provocarnos un accidente.
Circunstancias personales
Las personas que emprendan viajes, especialmente si van a zonas alejadas o peligrosas, deben
tener en cuenta sus necesidades personales. Diabéticos, alérgicos etc. deben incluir sus
medicamentos en el equipaje. También deberían llevar unas gafas de repuesto quienes las
necesiten. Cada uno debe conocer sus circunstancias y prepararse para afrontarlas.
Supervivencia deportiva y supervivencia real
La supervivencia deportiva es un deporte de aventura con múltiples facetas, ya que requiere
conocimientos de técnicas de variadas disciplinas (orientación, escalada...) y del medio (botánica,
meteorología...) que nos permitan desenvolvernos en la naturaleza, reconocer y aprovechar sus
recursos y evitar sus peligros. La práctica de este deporte fortalece el cuerpo y la mente y
aumenta la seguridad en nosotros mismos, nuestra capacidad de improvisación, de lucha por la
existencia y nos prepara para una situación de supervivencia real. Sin embargo, la mayoría de
nosotros jamás tendremos que enfrentarnos a tales circunstancias, pensaréis. Es cierto que no
necesitaremos comer grillos ni dormir en un refugio improvisado, pero los beneficios psicológicos
que proporciona nos ayudarán a enfrentarnos a la lucha por la vida en nuestra sociedad
consumista depredadora. Por otro lado, cualquiera que practique montañismo puede verse
incomunicado en medio de ninguna parte por un brusco cambio de tiempo, los trekkings a zonas
salvajes y apartadas están cada vez más de moda, con el riesgo de perderse o tener un accidente,
aunque sea mínimo, siempre presente, y millones de personas viven en zonas con peligro de
inundaciones o terremotos. Incluso en la era de las telecomunicaciones, cuando todo el globo
terrestre está fotografiado y cartografiado, existen zonas salvajes a las que nuestra civilización no
ha llegado y en las cuales no tendremos dónde enchufar el microondas ni podremos dormir en un
colchón Flex. Pero no nos engañemos, nadie está totalmente preparado para enfrentarse al
violento choque mental y emocional que supone encontrarse abandonado y solo en un lugar
remoto. Las técnicas de supervivencia nos ayudarán a vencer al medio, pero el peor enemigo está
dentro de nosotros: pánico, soledad, desesperación..., y para vencerlo hay que conocer cómo
funciona.
El poder está en la voluntad.
Debemos tener en cuenta que una situación de supervivencia es una prueba de resistencia. Y en
este tipo de pruebas el músculo que jamás debe fallar es la voluntad. Voluntad de vencer,
voluntad de sobrevivir, este es el factor más importante. Al final todo se reduce a una actitud
psicológica fuerte que nos permita enfrentarnos sin desfallecer a la desesperación, la angustia, el
tedio, el dolor, el hambre, la fatiga... Si no estamos mentalmente preparados para enfrentarnos
con lo peor tendremos pocas posibilidades de sobrevivir.
Aliado y enemigo: miedo y pánico
Es imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado y perdido lejos de la civilización. El
miedo es una reacción natural de todos los animales frente a elementos hostiles, una descarga de
hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y prepara el cuerpo para luchar o huir. En este
sentido, el miedo es, sin duda, beneficioso. La cara oscura del miedo es el pánico. El miedo
descontrolado e irracional. Jamás debemos caer en él. El pánico es destructivo, conduce a la
desesperación, impide analizar la situación con claridad y tomar decisiones positivas. Conocer las
técnicas de supervivencia inspira confianza y es un paso muy importante para evitar sucumbir al
pánico. Por otro lado, debemos concentrar nuestro pensamiento en el análisis de la situación y las
tareas que debemos realizar para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia, y eliminar
de inmediato cualquier pensamiento autocompasivo, o de desesperación.
Los enemigos silenciosos: soledad y tedio
La soledad y el tedio llegan de forma gradual una vez que el individuo, realizadas las tareas
inmediatas, se sienta a esperar y la mente comienza a divagar y a jugarnos malas pasadas. Con
ellas aumenta la depresión y disminuye la voluntad de sobrevivir. Se combaten de la misma
manera que el miedo y el pánico: manteniendo la mente ocupada. Siempre existen tareas que
realizar para aumentar las probabilidades de ser rescatado (preparar fogatas, señales...) o
simplemente para estar más cómodos (construir un refugio...). Analícense los peligros o
emergencias que nos pueden sobrevenir y prepárense planes para afrontarlos.
Elaborar un programa de actividades que nos imponga disciplina al cuerpo y la mente y llevar
un diario. Y si ves que ya no se te ocurre nada que hacer y que tu mente comienza a
desobedecerte hundiéndose en le desesperación, corta unas flores y haz un mosaico en el
suelo con ellas. Cualquier cosa en buena con tal de que nuestra mente y nuestra actitud no
zozobre.
La mejor arma: estar preparados
Indudablemente, nadie espera encontrarse en una situación de este tipo, pero si viajamos por
zonas deshabitadas o en avioneta o por mar, el riesgo, aunque sea mínimo, siempre está
presente. La regla principal que todo el mundo debe seguir es informar a alguien de cual va a ser
nuestro itinerario. De esta manera aumentan nuestras posibilidades de ser rescatados con
brevedad. Llevar un equipo de supervivencia en nuestra mochila, un manual de supervivencia y
conocer las técnicas que nos ayudarán a sobrevivir proporciona una gran fuerza psicológica. Por
otro lado, una vez extraviados, siempre hay que prepararse para el supuesto de que pasaremos
un largo periodo de tiempo en el que tendremos que seguir vivos, incluso aunque hayamos
informado de nuestra ruta. Normalmente es mejor permanecer al lado del vehículo accidentado. Si
nos alejamos de la ruta que habíamos trazado para nuestro viaje tendrán más dificultades para
rescatarnos. No debemos olvidar que el momento más duro será cuando el avión o el barco se
aproxime a nosotros y pase de largo. Supondrá una dura prueba psicológica; la desesperación y el
abatimiento en estos casos son naturales, pero debemos luchar contra ellos y pensar que ya
pasará otro. Si nos están buscando, antes o después volverán. La preparación física también es
importante. Lógicamente tendrá mas posibilidades de sobrevivir quien está en buena forma que
quien no. Pero el riesgo no se encuentra en estar en baja forma, si no en ignorarlo. Debemos
valorar nuestra fuerza y resistencia de forma realista, sin dejarnos influir por las marcas de nuestra
juventud. Hay que tener la sensatez de adecuar nuestras actividades a lo que somos capaces de
hacer. Acometer empresas que luego no podremos terminar sólo sirve para derrochar una energía
muy valiosa y que nos invada la desesperación.
Cómo actuar
Tener un plan de acción aumenta nuestra confianza y mantiene nuestra mente ocupada. Los
siguientes puntos pueden ayudarnos a elaborarlo.
1.- Análisis de la situación: Se debe analizar la situación para organizar un plan. Quizá hay
heridos, o me amenaza algún peligro. Tener agua y alimentos es importante, igual que poder
obtenerlos por los alrededores. A la hora de trazar un plan hay que establecer prioridades. Hay
que tener en cuenta los peligros del entorno y cómo evitarlos. En ocasiones, dependiendo de cada
situación concreta, habrá que alterar el orden de las prioridades o sustituir unas por otras. Por
ejemplo:
- Prestar primeros auxilios
- Preparar las señales
- Abastecerse de agua
- Procurarse un refugio
- Abastecerse de comida
- Prepararse para desplazarse (normalmente suele ser mejor permanecer al lado del vehículo
accidentado)
Es útil preparar un inventario del material, el agua y la comida de la que disponemos y prepararnos
para abastecernos por nuestros propios medios de estos últimos antes de que se agoten las
reservas.
2.- No tener prisa: Salvo en los casos de urgencia médica, la conservación de nuestra energía es
un factor más importante que el tiempo. Por otro lado, el agotamiento por una actividad física sin
un objetivo preciso provoca una situación de desamparo que socava nuestra moral. Por ello, todo
lo que hagamos tiene que responder a un plan y un objetivo preciso.
3.- Recordar dónde te encuentras: Probablemente tendremos que alejarnos del lugar del accidente
o de nuestra base o refugio para explorar los alrededores. En estos casos hay que tomarse un
tiempo en analizar los rasgos del paisaje y hacer un mapa mental del lugar. Debemos marcar el
camino para poder volver sobre nuestros pasos y no perdernos, pues el golpe psicológico que
provoca esta situación es durísimo.
4.- Dominar el miedo y el pánico: Hay que mantener la mente ocupada con estas medidas.
Debemos ser optimistas y confiar en ser rescatados, pero también debemos prepararnos para
afrontar futuros problemas.
5.- Improvisa: En una situación de supervivencia siempre hay algo que hacer. Utilizar nuestra
inventiva y creatividad aumenta nuestra confianza
6.- Valora tu vida: Si perdemos la voluntad de sobrevivir, el deseo de mantenernos con vida,
el conocimiento de estas técnicas es inútil. No debemos correr riesgos innecesarios que
puedan provocarnos un accidente.
Circunstancias personales
Las personas que emprendan viajes, especialmente si van a zonas alejadas o peligrosas, deben
tener en cuenta sus necesidades personales. Diabéticos, alérgicos etc. deben incluir sus
medicamentos en el equipaje. También deberían llevar unas gafas de repuesto quienes las
necesiten. Cada uno debe conocer sus circunstancias y prepararse para afrontarlas.
Marcus Luttrell- Operador seal
- Mensajes : 2287
Fecha de inscripción : 21/09/2010
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